La terapia Gestalt se enfoca más en los procesos que en los contenidos. Pone énfasis sobre lo que está sucediendo, se está pensado y sintiendo en el momento, más que en el pasado. En este sentido, se habla del aquí y ahora, no para dejar de lado la historia de la persona, sino que esta historia se mira desde el presente, cómo se viven, afectan, etc. Los hechos pasados a día de hoy. La persona es quien es, entre otros, por lo que ha vivido.
Desde esta perspectiva, se utiliza la aproximación fenomenológica y el método del “darse cuenta” (awareness), prestando atención a las percepciones, impactos emocionales y cómo hacemos con esto, cómo actuamos. El terapeuta devuelve al paciente justo esto, dejando a un lado los prejuicios y adoptando la postura de “no saber”, no dando nada por supuesto. Con esto, se pretende que la persona sea consciente de cómo impacta y es impactada por su entorno, haciendo más consciente su manera de hacer, así como la vivencia de ello, con lo que podemos discernir qué son respuestas fijadas del pasado, que a día de hoy ya no tienen sentido, y descubriendo nuevas maneras de hacer que le sean más útiles, aprendiendo a adaptarse y ajustarse a cada situación.
La Gestalt, deja de mirar al individuo aisladamente para considerarlo un elemento más de la situación, de tal manera que la persona crea y es creada por la situación, es actor y actuante de ella.